Resumen del texto de Isabel Tejerina Lobo "Una mirada crítica sobre la ideología de los textos teatrales para niños".
Tanto el teatro como la poesía se encuentran lejos del auge de la narrativa dedicada a los niños. La literatura dramática infantil es el género menos cultivado en nuestra lengua, y las obras con cierta calidad en el género son escasas, sin olvidar la deficiente comercialización de las publicaciones. Aún siendo el repertorio escaso, sobran en él textos con escaso atractivo para los niños, que responden sobre todo a una mentalidad tradicional y obsoleta. A continuación comentaremos algunos rasgos y aspectos reiterados de esta mentalidad, casi omnipresente en el contenido de estos textos.
Una
de las notas frecuentes en estas piezas es el maniqueísmo. Siempre se divide a
los personajes en “buenos” (que siempre ganan) y “malos” (que siempre pierden),
sin tener en cuenta circunstancias particulares.
Siempre
se dibuja el modelo de un niño ejemplar, alegre, puro y sincero. Esta es una
visión irreal que se tiene desde siempre, empeñada en que el niño encarna unos
valores que niegan una parte sustancial de su personalidad. Ni son seres
angelicales ni perversos diablillos.
Son
también numerosas las obras en las que aparecen referencias a la religión
católica en exclusiva (en nuestro país). Aparecen creencias, valores y se
utilizan motivos religiosos de carácter ritual y simbólico. La vida de
Jesucristo (sobre todo su nacimiento), es una fuente de inspiración constante.
Buena
parte de las obras escritas para la infancia pertenecen a un teatro que podemos
considerar como esencialmente pedagógico. Su intención es, sobre todo,
transmitir enseñanzas y el condicionamiento ideológico. Esto se traduce en las
conocidas moralejas presentes en dichos escritos. El teatro infantil
benaventino (entre 1907 y 1934) nos sirve como primer ejemplo claro. Predica
valores como la gratitud, el amor, la bondad y el valor del esfuerzo y el
trabajo.
Otros
autores modernos insisten en esta vía aleccionadora, con un abanico de mensajes
de un pensamiento tradicional y conservador, entre los que destacan la belleza
física, la valentía, la sumisión de la mujer al hombre, protagonista del relato
(discriminación sexista), la visión moralista del trabajo, la bondad, la
rectitud y el castigo para el malvado.
A
pesar de esto, hay enseñanzas en torno a valores más actuales, como el diálogo,
la tolerancia, la amistad y el respeto.
Por
todo esto, se hace una llamada a la creación de nuevas y buenas historias que
nos saquen de la monotonía y el tedio habituales presentes en estos relatos.
El artículo original se encuentra en el siguiente enlace.
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